Otros solo intenta despertarse
por las mañanas con mejor o peor suerte. Otra vez vuelvo a fijarme en un
elemento que en mayor o menor medida todos en algún momento tenemos en el
desayuno o en la merienda. Quien no ha comido las magdalenas.
Además de los ingredientes que
suelen contener para su elaboración huevos, azúcar, mantequilla, harina,
levadura y ralladura de limón. Contiene una importante dosis de historia,
aunque difuminada e incierta.
Sus orígenes parecen encontrarse
por un lado en Francia, cuenta la historia que una joven criada llamada
Madeleine Paulmier, elaboró estos pastelitos para el rey de Polonia Stanislas
Leszczyński, que tenía allí un palacio. Aunque por tierras Francesas tienen
forma de concha.
Otro posible origen se remonta a
los peregrinajes a Santiago de Compostela. Una joven llamada Madalena les
servía a los peregrinos unos pastelitos en forma de concha, símbolo de este
peregrinaje. Las "madalenas" se extendieron a lo largo de los caminos
de Santiago.
Esta última historia explica la
razón de lo arraigadas de las magdalenas en España. Y confirma que sus
características “rugosidad” son para imitar la forma de las conchas. Pero
atentos que la cosa continúa.
Su nombre que en teoría es
magdalena, pero que de forma muy habitual se le llama madalena, pero nunca
confundir con muffins que no son lo mismo.
Tiene una referencia destacable
en el libro: En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust en que el narrador
recobra la memoria de su infancia después comer una magdalena mojada en té.
Finalmente las magdalenas también
tienen su frase echa “llorar como una magdalena” esta expresión viene dada por
la biblia pues María Magdalena siempre representada como alguien que llora por
cosillas que suceden al protagonista de la biblia y recuerda a lo que sucede
cuando introduces una magdalena en leche.
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